Tres casos, tres asuntos diferentes, una sola conclusión
Caso uno : Los juegos de video han alcanzado un refinamiento audiovisual que atrae irremisiblemente. Con puestas en escenas que sobrepasan largamente la imaginación sobre situaciones reales, fabrican acciones, lugares, personajes, tramas que atrapan al cazador, es decir, al jugador del video juego. Y la más popular de las categorías es la de acción, y con ella la desbordada violencia, las persecuciones, las peleas, los golpes, los disparos de armas de fuego -conocidas e inventadas-, los filos de todo tipo de espadas, cuchillos, armas arrojadizas, hojas de acero ocultas, visibles, brillantes, rápidas. Sangre y muerte. Claro, es imaginado. Eso no quita que las víctimas yazgan en charcos de color rojo, salpicaduras y reflejos alucinantes. La muerte no parece ser tal. Se juega con ella. Se gana, se abandona, se pierde, se termina la diversión. Pero aunque divertida no deja de ser muerte. Caso dos : La anciana respira débilmente, su piel tiene un tono ceniciento. E