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Mostrando entradas de enero, 2013

Me manifestaré a él (a ella)

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Mientras nos preparábamos para nuestro devocional de la mañana, para presentarnos delante de Dios, y encomendarle nuestro día, la última parte del versículo recién leído no dejaba de resonar en mi mente: “El que realmente me ama conoce mis mandamientos y los obedece. Mi Padre amará al que me ame, y yo también lo amaré y me mostraré a él”. Juan 14:21 El Señor Jesús dice que se mostrará, que se manifestará, a aquel que, por amor a su Persona, conoce los mandamientos  y los obedece.  Es una declaración que nos deja sin palabras. Se manifestará a tí, a mí. Evaluemos la magnitud de esa manifestación. Veamos el pasaje de Daniel 10:5-8: “ Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. Y sólo yo, Daniel, vi aq

Ha partido

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“Pues sabemos que, cuando se desarme esta carpa terrenal en la cual vivimos (es decir, cuando muramos y dejemos este cuerpo terrenal), tendremos una casa en el cielo, un cuerpo eterno hecho para nosotros por Dios mismo y no por manos humanas.   Nos fatigamos en nuestro cuerpo actual y anhelamos ponernos nuestro cuerpo celestial como si fuera ropa nueva.  Pues nos vestiremos con un cuerpo celestial; no seremos espíritus sin cuerpo.   Mientras vivimos en este cuerpo terrenal, gemimos y suspiramos, pero no es que queramos morir y deshacernos de este cuerpo que nos viste. Más bien, queremos ponernos nuestro cuerpo nuevo para que este cuerpo que muere sea consumido por la vida.   Dios mismo nos ha preparado para esto, y como garantía nos ha dado su Espíritu Santo .  Así que siempre vivimos en plena confianza, aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo no estamos en el hogar celestial con el Señor.    Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos”.  2 Corintios 5:1-7

Luchar solo

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Si eres una persona común, es seguro que han sido incontables las veces que te sientes solo, que te sientes sola. Lo sé, me ha pasado. Son esos momentos en que ya no quieres seguir, no sientes que el esfuerzo esté dando el más mínimo resultado, todo parece venir en tu contra. Necesitas una mano que te alcance y te diga: “ yo estoy contigo”, pero nadie aparece. Esta anécdota puede cambiar tu decepción en triunfo. “Me sequé las gotas de sudor de mi frente mientras empujaba el carrito de las compras hacia mi auto. Bajé las bolsas tan rápido como pude y entré en el carro, con la esperanza de aliviarme del tremendo calor. Pero los cuarenta y cinco grados ya se habían introducido. Poniendo el aire acondicionado a todo lo que daba, arranqué y salí del estacionamiento por la calle de atrás. Fue entonces que la ví. Estaba sola.   Su pequeña figura parada en la vereda en frente de un edificio de ladrillos. Un pañuelo oscuro cubría su cabeza, su vestido era negro, como sus zapatos

No tiene sentido

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¿No es cierto que a veces te piden creer en algo sin sentido? El mismo Dios, ¿verdad que muchas veces no tiene ni pies ni cabeza por lo que te hace pasar? ¿Te lo preguntaste?. Yo si, muchas veces. Dios permite situaciones en tu vida, en tu trabajo, en el seno de la familia, que parecen no tener sentido, no es lo que tú habías soñado. Frecuentemente lo tienes todo planificado, y zás, algo sucede. El hermoso plan, sin aparentes fallas se viene abajo como un castillo de naipes al agregarle la última carta. Habías cuidado hasta los últimos detalles, habías repasado cada etapa, cada hito de tu bien elaborada trama.  Imposible de fallar. Pero falló. Y lo peor es que tú suponías que Dios te estaba apoyando, es más, que todo venía de El, que te estaba bendiciendo, hubieras jurado escuchar su voz mientras planeabas todo. Sigue, sigue. Pero hay un detalle, ¿cuántas veces pensaste, durante la etapa de planeación, y luego al comenzar a ejecutar tu obra, que estabas trab

El chacal de la trompeta

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El divertido personaje del “show” de entretenimientos “Sábados Gigantes”, oculto bajo la túnica que protege su identidad, es, como sabemos, el responsable de hacer sonar el odioso instrumento cuando el participante que interviene en el concurso de cantantes aficionados, desafina al punto de ser insoportable. La puesta en escena ha sufrido ligeras variantes, manteniendo al maldito de la máscara negra como el fatídico y último responsable por permitir la clasificación del cantante de turno. A veces abucheado, otras apoyado, su apodo y su fama se han extendido más allá de programa y es usado popularmente cuando alguien juzga con dureza o condena sumariamente a otros. Le sigue a su intervención otra frase popularizada por el público, mientras la multitud apunta hacia afuera del escenario: “a los leones”. El ser echado a los leones es el castigo por su desafinada interpretación. ¿Gracioso verdad? Claro que los leones no son “de verdad”. Esto nos recuerda el pasaje donde Dan