Luchar solo
Si eres una persona común, es seguro que han sido incontables las veces que te sientes solo, que te sientes sola.
Lo sé, me ha pasado. Son esos momentos en que ya no quieres seguir, no sientes que el esfuerzo esté dando el más mínimo resultado, todo parece venir en tu contra. Necesitas una mano que te alcance y te diga: “ yo estoy contigo”, pero nadie aparece.
Esta anécdota puede cambiar tu decepción en triunfo.
“Me sequé las gotas de sudor de mi frente mientras empujaba el carrito de las compras hacia mi auto. Bajé las bolsas tan rápido como pude y entré en el carro, con la esperanza de aliviarme del tremendo calor. Pero los cuarenta y cinco grados ya se habían introducido. Poniendo el aire acondicionado a todo lo que daba, arranqué y salí del estacionamiento por la calle de atrás.
Fue entonces que la ví. Estaba sola.
Su pequeña figura parada en la vereda en frente de un edificio de ladrillos. Un pañuelo oscuro cubría su cabeza, su vestido era negro, como sus zapatos. Aunque ella estaba mirando al edificio pude ver que en sus manos sostenía su Biblia. Su cabeza inclinada hacia el libro que sostenía en sus manos, al sol, con aquel terrible calor. Sola.
Me llevó sólo un momento cruzar por ella, pero su imagen, parada sola, quedó impresa en mi mente. He visto muchas personas paradas enfrente de edificios, es algo común, pero no era cualquier edificio. Este no era un banco, o un restaurante. No había allí una parada de transporte colectivo. Las mujeres que allí entraban estaban destrozadas, y no iban allí en busca de sanidad.
Pero en aquella tarde tórrida de verano, una mujer, ella, se paró sola orando por las que entraban y por los niños que llevaban en su vientre.
Se paró allí, sola, porque creía que Dios le había encomendado hacerlo en ese día. Al calor, soportando lo incómodo de la posición y el lugar, desoyendo comentarios sarcásticos y burlones, con su extraña apariencia. Muchos podría decir que su sacrificio no haría ninguna diferencia. Y nunca lo sabremos.
Nunca sabremos qué planes fueron cambiados por sus oraciones, por su voluntad de permanecer allí sola en oración.
Momentos antes de verla, todo lo que pensaba era protegerme del calor. Pero su convicción me llevó a preguntarme: ¿Porqué causa yo estoy dispuesta a enfrentarme sola?
El verla me tocó profundamente porque he sentido la fatiga de batallar sin ayuda, i me he sentado frustrada, en lugar de permanecer parada firme. Conozco el desgaste que produce cuando mis esfuerzos no obtienen resultados visibles, y no hacen ninguna diferencia. Me he sentido acorralada, no conquistadora.
Algunos días, me cansa permanecer firme en lo que creo. Pienso que otros pueden soportarlo mejor, y no cansarse como yo. Que pueden enfrentar el desaliento mejor que yo. Ellos muestran misericordia, cuando yo descubro mi infortunio. Puede que alguien más pueda… alguien debería… hacerlo por mí.
Es entonces que la imagen de esa humilde mujer vuelve a mi mente. Y el Señor me dice: “Tú piensas que ella está sola, allí parada. No lo está. Yo estoy a su lado. Y estaré también a tu lado. Mantente firme.”
Entonces respiro hondo y dejo salir el aire poco a poco. Me deleito en la figura de aquella mujer parada enfrente del edificio. Pero ahora no está sola. En mi mente veo a Jesús parado a su lado.
Y en mi propia calle, en mi propia vida, en mi casa, enfrentando mi propio llamado, cavilando si estoy marcando, haciendo que algo sea diferente, me determino a permanecer luchando un día más. Por la causa en la que creo… por la causa de Cristo… donde sea que El me llame a pararme"
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” 1 Corintios 15:58
Oración: Amado Señor, gracias por recordarme que cuando pienso que estoy solo, no lo estoy. Gracias por ser mi esperanza en tiempos de dificultad, y sostenerme cuando yo quiero rendirme y abandonar. Ayúdame a recordar que Tú estás bien presente en tiempos de angustia. Confórtame, en el nombre de Jesús
Amén
Este devocional fue extraído, traducido y adaptado de una lectura de Glynnis Whitwer, de Proverbs 31 Ministers, www.Proverbes31.org
Bendiciones
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez
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