Confiar en Dios

 


Mateo 28:20: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

 A medida que Dios sana nuestra alma, notamos que nos hacemos más fuertes y tenemos más confianza. Con cada paso de sanación, Él lidera nuestra transformación, y vemos que es fiel y confiable, como consecuencia esa confianza en Dios aumenta. La vida se vuelve más fácil y más disfrutable cuando nos deshacemos de las dudas e inseguridad. Cuando tenemos confianza, creemos y sentimos la certeza que podemos hacer algo, y esta credibilidad no llena de poder para vivir y tener coraje, alegría y esperanza en lo que anhelamos. Una persona con confianza puede mirarse al espejo cada día y decir: “Tu y Dios juntos pueden hacer cualquier cosa que necesites hacer hoy”

El componente más importante de la confianza nace al saber de quien proviene. Algunas personas pueden desarrollar una actitud de confianza en ellos mismos, pensando: “yo puedo hacer esto” y “yo tengo lo que se necesita, no importa lo que sea”. Pero como creyentes en Jesucristo, nuestra confianza viene de Él. Cualquiera puede sentirse seguro en ciertas áreas, pero nosotros podemos hacerlo en todas las cuestiones de la vida, porque sabemos que Dios está con nosotros.Él nos da no sólo la confianza que podemos hacerlo, sino que también nos asegura quienes somos enÉl. Nuestra habilidad de ser confiados proviene del hecho que nos ama, Él pelea nuestras batallas, siempre nos conduce a la victoria, y nosotros le pertenecemos. Este no es un sentido de pertenencia como el mundo piensa, de posesión. Es nacido en su amor por nosotros. Fuimos comprados a precio de Sangre, la Sangre de Jesús.

Si confiamos en nosotros mismos, eventualmente nos decepcionaremos. Al escribir a los creyentes de Filipos el Apóstol Pablo declara: “.. y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3). Cuando confiamos en Dios, ya no nos sentimos estresados, preocupados, o con miedo de que habrá de suceder si no hacemos todo bien.

El profeta Jeremías entendió, como Pablo lo hizo, que no podemos poner nuestra confianza en nosotros mismos. Escribió: “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Dios” (Jeremías 17:5)

Un punto relevante, es que, cuando a nuestras mentes la invada la duda, en Cristo podemos tener confianza incluso cuando no nos sentimos confiados. No podemos confiar en nuestros sentimientos porque pueden cambiar en cualquier momento sin avisarnos. En lugar de ello, pongamos nuestra confianza en el Señor Jesús.

La Palabra de Dios está llena de verdades poderosas en las cuales podemos tener dependencia, verdades que edifican la fundación firme de la confianza de Dios en nuestras vidas. La gente puede causar que tu cambies tu forma de pensar en ti mismo. Especialmente si ellos hacen o dicen algo que socava tu autoconfianza, o te lleva a pensar que eres débil. Pero nadie puede cambiar la verdad de lo que Dios dice sobre ti o quien es Él en tu vida.Entonces, ¡Confía en El!

Podemos empezar orando: “Padre, tu Palabra es Verdad, y se que siempre puedo confiar en Ti. Ayúdame a edificar mi confianza y poner toda mi fe en Ti. En el nombre de Jesús. Amén

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