Por Su Gracia seguimos andando
Hechos 15:7-11
Como creyentes, atribuimos nuestra salvación a la Gracia de
Dios.
Y nos preguntamos, esa Gracia que nos sostiene: ¿Qué
significa para nosotros hoy por hoy?
De acuerdo con el Libro de Romanos Capítulo cinco, por
Jesucristo tenemos entrada por fe a esa Gracia y es en ella que estamos firmes,
y debido a ella. Y nos gloriamos en la
esperanza que acarrea la fe, es decir, al creer en esa Gracia que nos sostiene.
Pero:
¿Cómo funciona esa Gracia en el día a día, especialmente cuando pasamos períodos de prueba, y el
sufrimiento se apodera de nosotros?
Y decimos “funciona” tomando en consideración que para que
trabaje tenemos que creer.
Sí.
Solamente creer.
Es entonces que la Gracia de Dios libera en nosotros su
poder sobrenatural. Y desde nuestro ser interior, más allá del entendimiento de
nuestra mente y cruzando el campo de batalla de los pensamientos, el Espíritu
de Dios se manifiesta en nosotros para que podamos atravesar esos desiertos con
divina actitud. Es más, nos da la fuerza para regocijarnos en lo que nos sucede
en ese tiempo de adversidad puesto que trabaja en nuestro beneficio.
Esa Gracia edifica en nosotros la confianza en la Soberanía
de Dios. Nada se presenta vacío de esperanza cuando nos enfocamos en Él y no en
nuestros problemas.
Descubrimos que existe esa seguridad de ser continuamente
sostenidos por Su presencia. Porque Él camina con nosotros en cada paso que damos
en ese nuestro recorrido.
Al experimentar Su cuidado en nosotros, podemos comprender,
sentir empatía y amor por otros, cuando ellos pasan por “valles de sombra y de
muerte”.
Durante las pruebas más duras, Su gracia trabaja
transformando nuestro carácter para que los demás puedan ver la semejanza de
Jesús en nosotros.
Las dificultades en la vida son inevitables. Si confiamos en
nuestras propias fuerzas los obstáculos parecerán infranqueables, al punto de
rendirnos y caer derrotados. Es por eso que necesitamos una dosis diaria de la
Gracia de Dios para caminar a través de las pruebas con la confianza de que hay
una gran recompensa esperándonos.
Los creyentes confiamos en Cristo para nuestra salvación
pero demasiado frecuentemente tratamos de andar solos. Si la Gracia de Dios fue
necesaria para salvarnos, entonces es lógico afirmar que la necesitamos sobre
nosotros por el resto de nuestros días.
Sólo mediante la continua infusión de su Poder que nos
sostiene podemos nosotros vivir una vida cristiana victoriosa.
¿Quieres orar conmigo?
Amado Padre Celestial: Ahora entiendo que debo confiar en tu
fuerza y no en las mías propias para pasar las dificultades que me abruman.
Derrama en mí tu Poder para seguir adelante. Sostenme con tus brazos de amor, y
haz que perciba que todo, absolutamente todo, actúa en mi beneficio, de acuerdo
a Tu propósito para mi vida.
Amén
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Jackson Altez
Escríbenos a raltez@gmail.com
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