El sufrimiento
El que busca el sufrimiento es llamado, entre otras cosas, masoquista.
El que soporta el sufrir sin luchar, es usualmente llamado cobarde. El que sufre sin quejarse, (quizás porque el quejarse no alivia), es llamado estoico.
Pero: ¿es el sufrimiento un castigo, un fin, una consecuencia?
Sea cual fuere tu respuesta, seguro que estás de acuerdo conmigo que sufrir no es placentero.
Y aunque desarrollar una idea, una teoría sobre el fundamento de que es verdad, sin haber sido probada, nos puede conducir al desastre filosófico de sintetizar la definición de sonido escuchando una sola campana, nos arriesgamos a hablar del sufrimiento deduciendo lo que la mayoría de los humanos cuerdos, en su sano juicio, piensan sobre el mismo, esto es, el sufrir debe evitarse a toda costa.
Que sufrir no causa placer sino todo lo contrario, que es una sensación indeseable, impensada, y que nos sorprende, interrumpiendo nuestra vida placentera, o al menos, nuestra rutina, es algo en lo que estamos todos de acuerdo.
Pero este “todos” es temporal, es decir, no todos seguimos estando de acuerdo con la premisa de que el sufrir debe evitarse a toda costa, luego de haber pasado por la experiencia de sufrir.
Algunos santos del pasado descubrieron que el sufrimiento los acercaba a Dios.
¿Locura? Es posible.
Recordemos lo que el Apóstol pablo afirma en su carta: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” 1 Corintios 1:18
De inmediato debemos establecer dos grupos de personas, de acuerdo a la premisa de Pablo: los que se pierden y los que se salvan. Y para dejar el concepto más en claro, los que se salvan son los que creen en su corazón que Dios levantó a Jesús de los muertos, y lo confiesan con su boca.
Y los que se pierden, bueno, esto es fácil, son todos los demás.
Advertencia: No todos los que se salvan van a estar de acuerdo con la corriente de pensamiento acá desarrollada. Dicho lo cual, continuamos.
Dice Pablo en su Carta a los Romanos: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5:3-5
Si concordamos con el autor de la carta, entonces el sufrir es bueno. Incluso parece indicar que es el sufrimiento, la tribulación, es lo que produce en nosotros resultados beneficiosos.
Pero un momento, entonces me preguntas:
-¿Estás afirmando que sentir dolor es bueno? ¿Qué sufrir es deseable?
Eso es precisamente lo que descubrieron muchos cristianos en medio del dolor, en los peores momentos de su vida, ya fuera dolor físico o emocional.
Y la siguiente pregunta puede ser: ¿Por qué entonces los cristianos oran para sanarse?, ¿por qué toman aspirinas? ¿por qué van al médico?
Y la respuesta es relativamente simple, el cristiano vive dentro de su cuerpo de carne, y la mente, que recibe los impulsos nerviosos, y las emociones, reclama a gritos el evitar todo tipo de sufrimiento.
Pero Dios usa el sufrimiento para elevarnos espiritualmente, para acercarnos a la plenitud espiritual que en definitiva, va a ser como viviremos eternamente.
Cuidado, no malentender. Eternamente viviremos en un cuerpo glorificado, sin sufrimiento, donde el espíritu gobierna al alma y a ese cuerpo.
Otra aclaración, Dios usa el sufrimiento, no lo crea. Las pruebas que pasamos son permitidas por Dios, no fabricadas por Él (leer el primer capítulo de Job).
Muchos cristianos han leído el corto volumen de las experiencias del Hermano Lorenzo (Brother Lawrence): “practicando la presencia de Dios”. Allí menciona el autor que ha estado cerca de la muerte física, y fueron esos momentos lo más satisfactorios de su vida. Estando a punto de expirar no oraba por ser aliviado de sus dolores, sino que pedía fuerzas para sufrir con humildad, coraje y amor, terminando el pasaje con la exclamación ¡Qué dulce es sufrir con Dios!
Tomás Kelly afirmaba que el corazón se agranda a través del sufrimiento. El sufrimiento, según él, nos permite vislumbrar el dolor de Dios por el mundo perdido, y nos lleva a responder en oración.
Agregamos que cuando sufrimos, entendemos a los que sufren como nosotros. Cuando pasamos por dolor, nuestra fe es probada, es cuando más recurrimos a Dios en oración, cuando más nos acercamos a Su Presencia.
No escribe este artículo alguien que ha sufrido mucho , pero si alguien que ha pasado por muchos sufrimientos, y algo te puedo asegurar, humillado, olvidado por tus amigos, alejado de tu familia, es cuando más te acercas a Dios.
Bendiciones
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez
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