Elige a quien escuchar


¿Te gustan las historias?

Leamos juntos esta corta versión.
 (había hambre extrema en la ciudad)
 …el mensajero llegó, y el rey dijo:
-¡Todo este sufrimiento viene del Señor! ¿Por qué seguiré esperando al Señor?
Eliseo le respondió:
-¡Escucha el mensaje del Señor! Esto dice el Señor: “Mañana, a esta hora, en los mercados de Samaria, tres kilos de harina selecta costarán apenas una pieza de plata y seis kilos de grano de cebada costarán apenas una pieza de plata”.
El funcionario que atendía al rey le dijo al hombre de Dios:
-¡Eso sería imposible aunque el Señor abriera las ventanas del cielo!
Pero Eliseo le respondió:
-¡Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!
2 Reyes 6:33 y 7:1-2

En esta historia, un funcionario en quien el rey confiaba, y era su consejero, dudó de la Palabra recibida directamente de Eliseo, el profeta de Dios. Puso en tela de juicio la capacidad de Dios para cumplir la promesa.

En otras palabras, empequeñeció a Dios y lo puso a la altura de su propio raciocinio, de su escasa visión, limitada por las circunstancias que estaba viviendo.

Esto te puede estar pasando a ti. A mi me está sucediendo algo similar, pero en mi caso es mi propia incredulidad la que declara, en mi ser interior, que las circunstancias no pueden ser cambiadas.
Eso lo veremos mañana. Pero hoy hablemos de ti.

¿En quién te apoyas? ¿De quién dependes?

Puede ser tu Doctor, tu situación financiera, tu trabajo.

Tus compañeros, los contactos en el círculo de poder en que te mueves, u otros.

Ahora sincérate conmigo: ¿No es cierto que demasiado a menudo que aquellos en que nos apoyamos, minimizan a Dios?

Dios promete salud y sanación pero el doctor dice que estás enfermo de muerte.

Dios promete que estará contigo, no importa la magnitud del proyecto que has comenzado, pero tu situación financiera dice que es imposible.

Entonces elige, ¿en quién confiarás? ¿en las circunstancias o en Dios?

YO HOY HE ELEGIDO CONFIAR EN DIOS

¿Quieres orar conmigo?
“Amado Padre Celestial:
He elegido confiar en ti y no en mis apoyos circunstanciales, ni en mí mismo. Descanso en ti y en este momento te paso todas mis cargas, mi desconfianza, mi dolor, mi enfermedad –porque no es mía-. Sé que tú ya empezaste a actuar cuanto yo estaba leyendo este devocional. Alabado sea tu nombre sobre toda la Creación.
En el nombre de Jesús.
Amén”




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