Te digo que se mueve
Eppur si mouve
"No te preguntes qué puede hacer tu país por ti,
pregúntate que puedes hacer tú por tu país." J.F. Kennedy
A Galileo Galilei lo juzgó la máquina de terror del estado,
la inquisición romana, por afirmar que la tierra giraba en torno al sol. Al
tener que retractarse, so riesgo de tortura y hoguera, murmuró entre dientes,
al salir del recinto: “ Eppur si mouve” (Y sin embargo se mueve)
El poderoso estado católico, post romano, fue la máquina
responsable del oscurantismo medieval. La iglesia, como la única fuente
autorizada de conocimiento y doctrina, aseguraba, como verdad absoluta, que la
tierra estaba fija y era el centro del universo. Los estudios del maestro
Galilei mostraban lo contrario, es decir, no era una afirmación religiosa, ni
una mera teoría sin asidero, sino un estudio serio, mediante la observación
concienzuda y científica.
¿Qué tiene que ver Kennedy con Galileo?
Aparentemente nada.
Para crear un poco más de confusión vamos a agregar otra
frase: “el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el
que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos” Marcos 10:43-45
Tres ideas, tres frases, tres situaciones completamente
dispares, aparentemente.
Aclaremos:
Comencemos por Galileo y nuestra percepción de que el
universo se mueve alrededor de la Tierra. Decimos que el sol sale por el Este y
se oculta por el oeste, que tal o cual constelación sale por un mismo punto en
la bóveda celeste y se oculta en otro, todas las noches. Claro, ahora sabemos
que es percepción humana. Parados en un planeta sujeto a al menos dos
movimientos simultáneos en su relación con el sol, y otros dos dentro de la
galaxia, nuestro firmamento muestra una gama de objetos en continua traslación.
Pero no es así.
Sabemos de sobra que somos nosotros los que nos movemos, que
somos una pequeñísima esfera en la aparente infinita cantidad de astros que
pueblan el universo. Y que giramos en torno al sol, sin el cual, la vida en
nuestro planeta sería imposible.
¡Menuda soberbia medieval! ¡Pretender que somos el centro
del Universo!
Pero no nos apresuremos a juzgar. Ni a tratarlos de
ignorantes.
En su discurso inaugural, el 20 de Enero de 1961, el
Presidente John F. Kennedy dijo la frase que encabeza este artículo. No te
preguntes qué puede hacer tu país por ti…
Como ciudadanos, de cualquier país (a excepción de los
gobernados por el totalitarismo político, religioso, o militar) usualmente
exigimos, pedimos, reclamamos, nos quejamos de… casi todo.
Nuestro primordial objetivo, como seres individuales, es
nuestro propio bienestar, nuestra fama, nuestra trascendencia en lo social.
Nuestra figura tiene que ser asunto de atención, nos deben considerar, tratar
bien, querer, amar, mimar.
Incluso cuando algún miembro de nuestra familia necesita de
nosotros, sopesamos cuidadosamente los pro y los contra de la ayuda que tenemos
que brindar. Nos fijamos en nuestro calendario, lo que queremos y tenemos que
hacer, y si no entra en conflicto con nuestros planes, entonces ayudamos. Todo
este proceso puede ocurrir en nuestra mente, pero el hecho es que ocurre,
calculamos, razonamos, sopesamos la ayuda.
Somos la tierra fija y el universo es nuestra familia,
amigos, sociedad. Todos debe girar en torno a nosotros.
Y lo llevamos al extremo.
Veamos la tercera situación mencionada>
En el corto pasaje bíblico del Evangelio de Marcos, sucedió
algo que pinta al detalle la naturaleza humana, aún por encima de las
consecuencias potenciales de que se acceda a la descabellada y egoísta
petición.
Dice el pasaje de Marcos 10:35-45: “Se le acercaron Jacobo y
Juan, hijos de Zebedeo. –Maestro -le dijeron-, queremos que nos concedas lo que
te vamos a pedir. -¿Qué quieren que haga por ustedes?
-Concédenos que en tu glorioso reino uno de nosotros se
siente a tu derecha y el otro a tu izquierda. –
No saben lo que están pidiendo -les replicó Jesús-. ¿Pueden
acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo, o pasar por la prueba del
bautismo con el que voy a ser probado?
-Sí, podemos.
-Ustedes beberán de la copa que yo bebo -les respondió
Jesús- y pasarán por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado, pero
el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí concederlo.
Eso ya está decidido.
Los otros diez, al oír la conversación, se indignaron contra
Jacobo y Juan” (porque habían pedido algo tratando de sacarles ventaja, en
privado –comentario mío-).
“Así que Jesús los llamó y les dijo:
-Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las
naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad.
Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande
entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser
esclavo de todos. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan,
sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”
Fueron afortunados que Jesús no les tomó la palabra, ni los
obligó a beber la copa que Él bebió.
Nuestra naturaleza no ha mejorado un ápice, todo lo
contrario, vamos de mal en peor. Y eso debido a nuestro creciente egoísmo. El
querer todo para nosotros es antinatural. Atenta contra nuestra vida en común,
como seres gregarios. Y nos conduce fatalmente a nuestra propia destrucción,
como planeta y también individualmente.
Hagámonos algunas preguntas:
¿Cuántos de nosotros consideramos, antes de encender el
automóvil, el daño que ocasionaremos a la atmósfera con la emisión de los gases
quemados para hacerlos andar?
¿Cuántos de nosotros, antes de pedir comida, consideramos si
no es demasiado lo que pedimos u ordenamos?
¿Cuántos de nosotros permitimos a nuestros semejantes más
viejos sentarse en el autobús, parándonos para dejarles el lugar?
¿Cuántos de nosotros cuidamos del agua, cuando el gobierno
nos pide amablemente hacerlo, ante una sequía de proporciones?
¿Cuántos de nosotros cuidamos de la limpieza del vecindario,
de la ciudad en que vivimos?
Y esta no nos va a gustar: ¿cuántos de nosotros extendemos
la mano al semejante necesitado, de la misma forma que lo haríamos con un
animal desvalido, que nos causa pena?
Los pasajes que siguen pueden iluminarnos en el momento de
tomar una decisión, antes de decir que no:
“No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está
el otorgarlo. Nunca digas a tu prójimo: “Vuelve más tarde; te ayudaré mañana”,
si hoy tienes con qué ayudarlo” Proverbios 3:27-28
“Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro
para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús:
"Hay más dicha en dar que en recibir." Hechos 20:35
Jesús invita a dar, a dar a los pobres, en Marcos 10:21, a
quien pide, en Mateo 5:42, a dar de comer al que tiene hambre, en Marcos 6:37;
a dar el manto a quien te pide la túnica, en Mateo 5:40; a dar gratuitamente,
en Mateo 10:8.
¿La recompensa?
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del
mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me
disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo
te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y
te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en
cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis.
Tal y como descubrió Galileo, el Universo no gira en torno a
nosotros, somos parte del mismo.
Para integrar el todo social, nuestros semejantes, debemos
dar algo de nosotros, comenzando con una sonrisa, siguiendo con un vaso de
agua, un abrazo, y lo que Dios nos ponga en el corazón. Es parte del amor, y
amor es dar.
Porque: …”tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo
unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida
eterna: Juan 3:16
Oramos para que todos los que llegaron hasta aquí reciban
del Santo Espíritu de Dios el don de la generosidad, pedimos a Dios que la
alegría de dar se manifieste en los corazones de los hombres. Y pedimos, en el
nombre de Jesús una bendición especial de entendimiento, provisión espiritual y
material para todos los lectores de esta página. Que las mismas manos que
hicieron el universo se abran hoy en provisión sobre tu casa, para llenarte
hasta que sobreabunde.
Amén
Dios te bendiga grandemente
Tu hermano en Cristo
Roosevelt Altez
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